RIESGOS PROBABLES EN CONDICIONES NORMALES
Como todo procedimiento quirúrgico bucal, la cirugía de elevación del suelo del seno maxilar conlleva una serie de molestias y riesgos menores, pero frecuentes; por ejemplo:
En primer lugar, recordaremos los derivados de la anestesia local:
Hemorragias (fáciles de cohibir mediante compresión sobre una gasa humedecida).
Hematoma facial y cervical (por extravasación de sangre, que se previene razonablemente bien con la aplicación local de frío inmediatamente después de la colocación de los implantes dentales).
Dolor e inflamación de la zona durante unos días.
Pequeños daños en los tejidos blandos vecinos.
Dehiscencia de la sutura,
Sobreinfección de la herida quirúrgica,
Pérdida de sensibilidad en la zona tratada, temporal o no, por daños causados en las terminaciones nerviosas por la incisión y/o la cicatrización.
Son riesgos propios y específicos del procedimiento quirúrgico de elevación sinusal:
Desgarro de la mucosa sinusal, rotura de la cortical ósea (que obligaría a utilizar otros procedimientos de cierre del seno maxilar), etc.
Aparición de sinusitis, aguda o crónica (que en ocasiones obliga a la reintervención),
Producción de una comunicación orosinusal (que sería indicación de nueva cirugía),
Alergia a los materiales de relleno utilizados no provenientes del paciente (hidroxiapatita, hueso liofilizado de origen animal, etc),
Colección hemática persistente en seno maxilar (que obligaría a su drenaje), etc.
Riesgos y complicaciones de los procedimientos de injertos óseos autólogos son:
En caso de utilizar hueso procedente de otra zona del mismo sujeto se pueden dar en la zona donante los riesgos y complicaciones de cualquier procedimiento quirúrgico, señalados anteriormente.
Existe algún riesgo de intolerancias, rechazos o alergias a los materiales utilizados (sutura, mallas, tornillos, membranas, etc.), pese a su máxima biocompatilidad, que podrían obligar a su retirada. Estas reacciones idiosincrásicas individuales son impredecibles: no siempre se pueden detectar y las pruebas para investigarlas, además de no ser siempre válidas, tienen un coste desproporcionado.
Aunque infrecuente, es posible un fallo en la integración del material de relleno (que nos obligaría a un nuevo abordaje quirúrgico para retirarlo).
Cuando hay que colocar injertos de hueso del propio paciente, puede existir dolor importante durante varios días en la zona donante (mentón, rama de la mandíbula, calota craneal o pelvis) y producirse un hematoma. Además, el injerto puede no resultar debidamente integrado y precisar su retirada y una nueva reposición.