La enfermedad periodontal es una patología crónica, que cursa en brotes con una sintomatología mínima (a veces, totalmente asintomática) y conduce a la pérdida de soporte periodontal de los dientes, es decir, del hueso en el que éstos se sujetan y de las encías. Dentro de ella se distinguen:
- Gingivitis (inflamación de las encías).
- Periodontitis (inflamación del periodonto, o conjunto de estructuras que sujetan los dientes a los maxilares). Dentro de ellas se distinguen formas de gravedad distinta; por ejemplo, la periodontitis rápidamente progresiva y refractaria al tratamiento, que generalmente empieza en una edad joven (cuanto más joven, más grave), acaba en la pérdida inexorable de dientes en unos pocos años. La enfermedad periodontal está causada por la placa bacteriana, que es el conjunto de bacterias presentes en la superficie de los dientes y de las encías. De ahí la importancia fundamental de la higiene oral personal, dirigida a eliminar la placa bacteriana que continuamente se forma y deposita sobre los dientes. Existe una cierta predisposición genética, aparentemente hereditaria, de padecimiento de la periodontitis, ligada a algunas deficiencias del sistema inmunitario (dicho popularmente, «de las defensas») específico contra dichas bacterias. Por eso, las medidas higiénicas particulares dirigidas a eliminar la placa bacteriana no suelen ser suficientes y se requiera el concurso periódico del dentista para corregir esos defectos inevitables en la higiene oral personal (más peligrosos en las personas inmunitariamente predispuestas a padecer periodontitis), mediante un tratamiento de mantenimiento (generalmente, profilaxis o «limpieza»), de periodicidad variable (generalmente, cada 2 a 6 meses, según los casos).